SOLO LAS PALABRAS QUE MERECEN EXISTIR, SON LAS PALABRAS MEJORES QUE EL SILENCIO.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Hoy diecisiete de septiembre
dos de la madrugada
hace treinta y siete años
patadas
capuchas
falcon verde
colmillos afilados
temblor
preguntas
silencio
túneles
mordaza
grito ahogado
hermano
¿por qué por qué?
desaparecido
hoy diecisiete de septiembre
de mil novecientos setenta y seis...

lunes, 2 de septiembre de 2013

Disparates



 Tres cuartas partes de un cuerpo salieron a caminar la mañana. La otra cuarta   decidió quedarse sola sin saber para qué. Leer no podía porque sus  ojos y  la cabeza estaban en las tres cuartas partes que andaban por ahí, disfrutando la mañana. Tampoco podía pasar las páginas de algún libro ni hacer algo útil, ya que las manos habían salido a pasarla bien con las otras tres.   Éstas  recorrieron las veredas con lapachos y sus capullos en flor adornando la costanera.   Observaron la angosta franja de ceibos que hermoseaban la isla y las gaviotas cuando picoteaban la cabeza de  pececitos que asomaban sus coronas plateadas en una estela que el sol pintaba sobre el río. Entre las matas floridas apareció  una gata tricolor  y se acercó maullando hasta el  pie del cuerpo que se mantenía firme. Las tres, en silencio, se inclinaron para acariciarla. Una niñita de 5 años se arrodilló a un costado diciendo: - Esta gata se llama Ana,  igual que yo-. ¡Eh!...exclamó con un silbido de asombro una de las partes del cuerpo,  –Y yo también - . Las tres Ana maullaron al compás del murmullo del viento y se despidieron con la promesa de un nuevo encuentro, un día de estos, a la misma hora y en el mismo lugar.  Mientras tanto la parte del cuerpo que había decidido quedarse solitaria sin saber por qué, se sentía impaciente, elucubrando qué podrían estar haciendo a esas alturas las tres cuartas partes del cuerpo que habían decidido salir a disfrutar esa mañana de luces que teñían los mástiles de barcos ultramarinos. Pensó: ¿cómo puede ser que tres cuartas partes de un cuerpo puedan salir a caminar?. Eso, ¡es físicamente imposible!. Lo que esa  aburrida parte del cuerpo que había decidido quedarse mascullando en su infinita soledad no sabía, es que la mayoría de las veces, la imaginación, no necesita muletas.