SOLO LAS PALABRAS QUE MERECEN EXISTIR, SON LAS PALABRAS MEJORES QUE EL SILENCIO.

viernes, 22 de noviembre de 2013

ABSTINENCIA



Dos palomas juguetean en el alfeizar de mi ventana, detrás del marco, el cielo gris como una bóveda plomiza hiere la mirada perdida en el horizonte.  ¿Dónde ahora encontrará refugio la memoria del pasado? ¿Cuándo ahora escucharé el campanario que repica en los umbrales de las calles? El desconcierto de la tarde sacude la hora en que siento que ya nada importa. ¿Quién ahora agitará el pañuelo del adiós? Ya sé que no era yo cuando la bruma desdibujo tu imagen que huía en los pasadizos del silencio. No te puedo nombrar hoy en el innombrable grito anochecido que languidece sobre los tejados citadinos. ¿Es acaso la gota diaria de tristeza la que destella allí donde habita el dolor? Cae otra gota y otra. ¿Cuál de ellas sucumbirá en el nudo tejido de la espera?. El espejo reverbera mi mirada sobre la ancha avenida del crepúsculo. Afuera el viento es un torbellino de prisa y angustia contenida. Siluetas autómatas en la marea humana del descontento ¡todo es vanidad! maquillaje de rostros sin lamento. Somos una larga espera sometida al devenir de un tiempo que nos amortaja lentamente. Somos el ojo oteando en dobles cerraduras que se abren en la otra orilla del anhelo. Somos el lento transcurrir de un tiempo pasajero que abandonó en los andamios, la sed del adiós. Somos nada más que eso. Gotas de lluvia que caen en la oscuridad del desconsuelo, lamiendo sin piedad el reflejo de los rostros desdibujados en la  hebra opaca de la noche. Ausente de mí, al fin, podré murmurar tu nombre, que hará borbotear el elixir diamantino, en el sendero impenetrable de mis ojos.


Ana Danich

miércoles, 13 de noviembre de 2013

ESCRIBIRTE


Escribir una palabra
no dos, ni diez, sino una.
Escribir una palabra
con las sílabas del viento
o las letras de la tierra,
con las vocales del fuego
o las consonantes del mar.
No importa quien la escriba,
puedo ser yo o podés ser vos,
escribirla y que contenga
imprescindibles mensajes de vida.
Escribirla en la mano
para que entibie…
para que cuando nos encontremos
te regale o me regales un color,
que puede ser azul o el que prefieras.
Escribir una palabra,
que puede ser colibrí, golondrina, alas,
que nos enseñe a volar con el grácil arabesco
de los interrogantes eternos de Beatriz.
Escribirla y que planeé etérea, un leve roce,

un aleteo, iluminando las miradas.

(a Cristina)

Ana Danich  12 de Noviembre de 2013





                   


lunes, 11 de noviembre de 2013

Escucho rugidos de leones que acechan
soy cebra encarcelada en mi propia piel.

NOSOTROS

Nosotros los rabiosos masticamos las uvas de la ira,
besamos los pies helados de la muerte,
desobedecemos las prácticas de la ley.
Nosotros los odiosos fumamos la pipa del rencor,
vagamos entre sombras calcinadas y disturbios,
desnudos caminamos entre las brasas de la fe.
Sin lágrimas ni paisajes de amores condenados,
como perro hambriento mordemos el cuello
de la tibia oveja que no quiere descarriarse.
Nosotros, oímos el grito furioso de la horda
silenciamos la orgía brutal de las monedas.
Nosotros somos los malditos, no leales
no armoniosos, no prudentes de la iglesia
que amanceba al animal y lo redime
como a vaca  que muge su vergüenza
y se entrega al sacrificio de la gloria.
Nosotros somos los que otros no, sin culpa
clavamos el estilete en los párpados del ciego
y revelamos si existe un otro lado de sus ojos.

Ana Danich



sábado, 9 de noviembre de 2013

UNIVERSOS PARALELOS

Entre sueños divisó una piedra tallada que se erguía a diez metros. La niebla invadió el camino. Anduvo a paso lento entre los vientos que agitaban su cuerpo. En sentido opuesto avanzaba otro a la misma distancia de la piedra. Era una imagen que repetía sus mismos movimientos. Se acercaba y la imagen la imitaba. Una eterna repetición de pasos condenados. No pudo medir los minutos ni sabía si habían pasado horas o años en esa marcha continua. Los dos cuerpos caminaban en sentido contrario acercándose a la piedra, uno de ellos a la derecha y el otro a la izquierda.  Percibió que la eternidad le estaba arrebatado el presente en un imperceptible golpe de tiempo. ¿Fugacidad? No lo sabía. Continuó caminando hasta llegar del lado izquierdo. El otro cuerpo se ocultaba del lado derecho. Se detuvo frente a la piedra  y contempló el  agujero negro que se abría como la boca gigante de un gusano. Había perdido toda noción de la realidad. El agujero se agrandó a medida que lo miraba, en su circunferencia una fuerza centrípeta curvó su cuerpo a velocidad infinita. Sintió como el giro vertiginoso la absorbió. No supo medir el lapso. De pronto un estallido  la convirtió en luz. Del otro lado alguien la esperaba. En el universo paralelo había encontrado su otro yo.