Escribir una palabra
no dos, ni diez, sino una.
Escribir una palabra
con las sílabas del viento
o las letras de la tierra,
con las vocales del fuego
o las consonantes del mar.
No importa quien la escriba,
puedo ser yo o podés ser vos,
escribirla y que contenga
imprescindibles mensajes de vida.
Escribirla en la mano
para que entibie…
para que cuando nos encontremos
te regale o me regales un color,
que puede ser azul o el que prefieras.
Escribir una palabra,
que puede ser colibrí, golondrina, alas,
que nos enseñe a volar con el grácil arabesco
de los interrogantes eternos de Beatriz.
Escribirla y que planeé etérea, un leve roce,
un aleteo, iluminando las miradas.
(a Cristina)
Ana Danich 12 de Noviembre de 2013
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