SOLO LAS PALABRAS QUE MERECEN EXISTIR, SON LAS PALABRAS MEJORES QUE EL SILENCIO.

lunes, 28 de abril de 2014

CONTEMPLACIÓN MIENTRAS ESPERO


hay una partícula entre luz y sombra
hay un árbol un contraste un destello
hay una hoja roja con un nombre
Boris ha pasado y dejó su beso escrito
hay una palmera enana que simula un ananá
hay una mujer sentada toma sol
hay un perro que babea dormitando
hay un círculo de alas en el aire
hay una nube que amenaza con su ojo
hay un banco pintado en el paisaje
hay relojes que no marcan las horas
hay una vereda de pasos silenciosos
hay un prócer con gesto de no sé
hay un semáforo que plagia un arco iris
hay  un insecto invisible que mastica
hay cuatro nenas que disparan risas
hay un avión que regresa de la nada
hay una brisa que sacude las ramas
hay un benteveo que me mira
sus patitas sobre el banco en que lo miro
yo le hablo y él me cuenta de sus viajes
esta mañana candil mientras espero

Ana Danich (de: Contemplación)


domingo, 20 de abril de 2014

VIDA


Bebo de tu boca 
enjambre de miel 
llueven abejas diminutas 
de tu boca a mi boca 
orgiásticas / doradas 
Ra / demiurgo 
dios del sol 
dame la vida 
resucítame.


Ana Danich (de Contemplación)




hunde tu tallo / mi brizna

jueves, 3 de abril de 2014

LOS ODIADORES

Recién vengo de mi obra social, un bruto gritaba ¡hay que matarlos a todos!!!! El empleado decía: ¡sí, sí,  hay que matarlos a todos!.  Me arrimo y le digo al empleado: ¿te acordás cuando decían que había que matar a los gay! (él es gay...) me miró con cara enrojecida, todavía no sé si de ira o de vergüenza.  Así son las bestias enardecidas, no piensan, sólo repiten y repiten como loros porque no pueden vivir fuera del sistema que les ha rebanado la cabeza. Un asco.

Después, hablando con un amigo de las personas que no pueden romper con la clase social a la que pertenecen, como este muchacho gay, porque quedaría afuera del sistema y eso le da mucho miedo, le recordé lo que mi hermano Víctor, escribió:
"El odio no se puede controlar. Sabes por qué? Ayuda a reforzar las convicciones del grupo al cual pertenecen. Si por alguna razón son sujetos al confronto con la duda, esas convicciones se desmoronan. Y el malestar es mucho mayor. Se quedan perdidos como cucarachas en patio de mosaico.
Ana. El malestar de la civilización es porque el ser humano es su enemigo. Los discursos muestran eso. Las clases sociales antagónicas existen como resultado de esa desigualdad.
Los gobiernos, de acuerdo con sus objetivos, expresan eso. Cuando se usa la máquina del estado para crear políticas públicas de distribución de renta, en un primer momento, nadie se coloca en contra porque con eso demuestra su carácter íntimo modelado en el egoísmo clásico del individualismo, expreso en el siguiente cliché “porque no donas todo lo que tienes para los pobres?”. Si, por alguna razón, comienzan a existir problemas de gestión, por cuestiones económicas o de cualquier tipo (como a crisis mundial, por ejemplo), eso sirve como argumento para atacar despiadadamente tales política, sin necesidad de desvendar lo hay de escondido en esa actitud. La ideología de clase es muy poderosa, principalmente para aquellos que nunca experimentaron el hambre y la pobreza. Eso quiere decir que es muy difícil convencer individuos que se mueven en un espacio de confort, o, como decía Espinoza: “aquel que nada en agua dulce no sabe lo que es tener sed”.



DOS DE ABRIL, TREINTA Y DOS AÑOS DESPUÉS

 Ese 2 de Abril de 1982, cuando la mayoría de los ciudadanos festejaban y vitoreaban la "epopeya" de los traidores de la patria, yo, que soy atea y jamás piso una iglesia, ese día, salí del trabajo y me dirigí a la catedral de Rosario. Entré sin santiguarme y sentí a través de mis zapatos el frío de los antiguos mármoles que decoran sus pisos, me senté en uno de los  bancos y miré a la virgen de la que soy devota a pesar de mi ateísmo. Nunca ruego ni pido nada, pero esta vez lo hice, rogué y pedí por los soldados que combatían en  Malvinas;  no pedí por el triunfo,  pedí para que la guerra terminara lo antes posible; no pedí para que dios perdonara a los asesinos del proceso militar, pedí para que los castigara ad-eternum. Lo recuerdo como si fuera hoy, había unas 6 mujeres rezando a quién sabe qué, o por qué o para qué, no quiero juzgarlas porque tal vez me equivoque, pero percibí que no era por el mismo motivo que el mío. La iglesia estaba semivacía y en penumbras, parecía que hasta los curas festejaban, en vez de reunir a sus "súbditos" para exigir que la guerra terminara cuanto antes. Las imágenes de los santos aparentaban desdoblarse en posición agónica; los vitraux sudaban humedad, como si  las lágrimas de todas  las madres que sufrieron la muerte de sus hijos, provocadas por la ambición de un grupo de asesinos al mando del poder de turno, se concentraran en esos cuadrados multicolor, casi espectrales, de una tarde en ciernes. La virgencita con su mirada  entenebrada  de espanto, había perdido la dulzura de su gesto. El Cristo redentor con su cabeza caída hacia un costado, mirando la herida abierta, que otros hombres como éstos infligieron en su cuerpo, parecía admitir comprenderme, comprender el porqué... había perdido mi fe...

Ana Danich 2 de Abril de 2014