SOLO LAS PALABRAS QUE MERECEN EXISTIR, SON LAS PALABRAS MEJORES QUE EL SILENCIO.

viernes, 24 de junio de 2016

LA FLOR

¿La flor tiene alma? ¿Siente el dolor del poeta?          (a Sandra Gudiño)
  
La flor habla a su manera, siente a su manera, percibe el mundo desde su propia alma que es espíritu aunque nosotros solo veamos materia o nos parezca que lo es. La fugacidad de su transcurso por la vida tal vez no le permita hacerse cargo del sufrimiento del poeta, porque cada uno de nosotros debe hacerse cargo de sí mismo, aunque a veces parezca imposible…

La tarea de la flor no es ser intelectual, es más compleja.

Cuando observamos una flor que resplandece en la penumbra del atardecer, percibimos que es suficiente para calmar nuestro sufrimiento. Esa es su misión y que le es sobradamente pesada.

La flor escucha el  llanto o la queja que el poeta emite cuando su vida se derrumba en la soledad al no sentirse comprendido y ella,  que aparenta permanecer quieta o distante, pero que en el acto sencillo de embellecer la mirada o suavizarla llenándola de tersura, es suficiente para que sepamos que comprende el instante en que el ser quiere desprenderse de la piedra. Pero el hombre es como Sísifo, todos lo somos, tal vez porque el peso del pensamiento es inherente a nosotros y como tal, debemos cargarlo.

Coleridge alguna vez escribió: "Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano...¿entonces qué?"...

Entonces, ama la flor, siéntate a observarla, huele su piel de terciopelo, ve como cierra sus pétalos con el frío de la noche, cántale una canción de bienvenida, y cuéntale tu sufrimiento, pero jamás pretendas que ella se haga cargo de tu intelectualidad, porque la flor nació para aliviar tu transcurso, mas lo hace con la sencillez que la natura le regaló para que los seres humanos soportemos el camino de espinas que está construido necesariamente para eso, para saber que existe una flor capaz de obligarnos a detenernos, reposar nuestros ojos sobre ella, y darnos cuenta que vale la pena continuar…



 Ana Danich