¿La flor tiene alma? ¿Siente
el dolor del poeta? (a Sandra Gudiño)
La flor habla a su manera,
siente a su manera, percibe el mundo desde su propia alma que es espíritu
aunque nosotros solo veamos materia o nos parezca que lo es. La fugacidad de su
transcurso por la vida tal vez no le permita hacerse cargo del sufrimiento del
poeta, porque cada uno de nosotros debe hacerse cargo de sí mismo, aunque a
veces parezca imposible…
La tarea de la flor no
es ser intelectual, es más compleja.
Cuando observamos una
flor que resplandece en la penumbra del atardecer, percibimos que es suficiente
para calmar nuestro sufrimiento. Esa es su misión y que le es sobradamente
pesada.
La flor escucha el llanto o la queja que el poeta emite cuando su
vida se derrumba en la soledad al no sentirse comprendido y ella, que aparenta permanecer quieta o distante, pero
que en el acto sencillo de embellecer la mirada o suavizarla llenándola de
tersura, es suficiente para que sepamos que comprende el instante en que el ser
quiere desprenderse de la piedra. Pero el hombre es como Sísifo, todos lo
somos, tal vez porque el peso del pensamiento es inherente a nosotros y como
tal, debemos cargarlo.
Coleridge alguna vez escribió: "Si un hombre
atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que
había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano...¿entonces
qué?"...
Entonces, ama la flor, siéntate a observarla, huele su piel
de terciopelo, ve como cierra sus pétalos con el frío de la noche, cántale una
canción de bienvenida, y cuéntale tu sufrimiento, pero jamás pretendas que ella
se haga cargo de tu intelectualidad, porque la flor nació para aliviar tu transcurso,
mas lo hace con la sencillez que la natura le regaló para que los seres humanos
soportemos el camino de espinas que está construido necesariamente para eso,
para saber que existe una flor capaz de obligarnos a detenernos, reposar
nuestros ojos sobre ella, y darnos cuenta que vale la pena continuar…
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