SOLO LAS PALABRAS QUE MERECEN EXISTIR, SON LAS PALABRAS MEJORES QUE EL SILENCIO.

sábado, 30 de agosto de 2014

Afuera el viento

en todas las ventanas
aúlla el viento
son lobos que nos muerden
nos atraviesan

*
el viento
el árbol su esqueleto 
meciéndose en el gris
nocturna crisálida
su vestido rasgado
torna sol musical en la
rama que
se
quiebra

*
esqueleto quebrado
murmullo de viento y ramas
infinitamente polvoriento
los huesitos de un cajón
caen al río

*
cae un capullo de algodón
palo borracho de la orilla
caen huesolitamente melodiosos
los párpados
mi costilla y tu costilla
Ortizgozosamente en el río
que acaricia


*
árbol solo
ramas sin hojas
esqueleto en el viento
¿hay alguien ahí?
el hueso 
en su madriguera

*

incendiada la promesa de tu abrigo
árbol ardoroso de la espera
mejor enumero palomas
que frías piedras



Ana Danich (de: Contemplación)

compañero



Cuando te nombro
estás en el libro y en mí
pero te escondes


duele ser ángel
compañero.





ana Danich (de: Contemplación)

COSTILLARES



Con media costilla enyesada y con la otra media al horno. Con medio cerebro calcinado por las brasas de este invierno veraniego y el otro atropellado por un sin número de infinitas páginas de un libro que leyó a media luz de velas. Con un intento de sobrevivir por sobre las vivencias de un entorno asfixiante, sometida a los continuos paréntesis de esquivez absoluta, no los de Cósimo, sino los propios, porque la jaula tiene llave y de vez en cuando al monstruo que habita en las callejuelas laberínticas de su ser interior que aún pervive (aunque más de uno desearía que no fuera así...) se le ocurrió encerrar a la que nunca fue princesa aunque en un rapto de desenfrenada locura alguna vez alguien la nombro así. 
Con la incapacidad de articular palabras sabiendo que el no hacerlo es una forma de caída, aunque caer (ya lo sé, no me lo digan) de vez en cuando viene bien. 
Con varios días de reposo aunque no de responso entre las sábanas, única manera de erigir una armadura que sostenga los huesos de esa costilla locuaz (trac...trac...dale que te dale todo el santo día)  y sus espasmos involuntarios. 
Con todo eso...¡voluntad...voluntad! escuchó gritar a coro a las neuronas mientras se aferraban a los barrotes de esa cárcel parecida a una iglesia en ruinas en donde el monstruo encerró por unos días a la princesa que no era tal aunque alguna vez alguien se atrevió a nombrarla así y ella, como el bicho esquivo que es, mitad artrópodo sin esqueletura, mitad dama de la  noche en pantuflas algodoneras, un tanto simia haplorrina, un tanto gataturra de andariveles y desfiladeros, se lo tomo en serio con los reconstituyentes y las palabras, y, tragos más, tragos menos, se irguió y a viva voz gritó: ¡Levantate y anda! 
Y anduvo. Por los siglos de los siglos.

Todos saben el final. Obvio.


Ana Danich

Estrellita

el cielo embriagado de estrellas
sonríe
manto de luces rozan mi mirada
estrellita estrellita
sonríeme
la noche se avecina
la soledad palpita
no te apagues estrellita
sonríeme

*
estrellita
dame tu llama de oro
llámame esta noceh
lláma - me - llama

*
rasgo el cielo 
para encontrarte
estrellita

*
nadie estrellita
nadie que quiera robarte
te robo estrellita
mía tu llama
no me abandones
tu llama dame

*

hilvano estrellas
cristales fragmentados
¿me abandonas?
centella efímera



Ana Danich 

jueves, 7 de agosto de 2014

A UN ANDALUZ

Porque te vi y de repente
mi pulso firme tembló
con mis caricias salvajes
rozando tu cabellera
mis manos tornaste alas
y mis ojos candilejas
que por saber que existías
en ese pueblo de aldabas
que la magia trasnochaba
en tu felina mirada
te acaricié la cabeza 
como si fueras un niño
Ay! lo eras y tan dulce
que una abeja se posó
sobre tus labios de mozo.

En tus pestañas brillaban
todas las luces del día
mas cuando quise tocarlas
espléndida apareció
tu mujé con palma bravía
toda de sombra vestida
toda de rojos su boca
toda de bríos su lengua
que por ser yo argentina
bajo la luna de España
me dije: -huye de aquí a tu tierra-
y urgente aprende la historia
de la sangre que corre presa
por las venas de Andalucía

y olé.

Ana Danich





Fotografía: Juliana Villate (Colombia)