SOLO LAS PALABRAS QUE MERECEN EXISTIR, SON LAS PALABRAS MEJORES QUE EL SILENCIO.

jueves, 3 de abril de 2014

DOS DE ABRIL, TREINTA Y DOS AÑOS DESPUÉS

 Ese 2 de Abril de 1982, cuando la mayoría de los ciudadanos festejaban y vitoreaban la "epopeya" de los traidores de la patria, yo, que soy atea y jamás piso una iglesia, ese día, salí del trabajo y me dirigí a la catedral de Rosario. Entré sin santiguarme y sentí a través de mis zapatos el frío de los antiguos mármoles que decoran sus pisos, me senté en uno de los  bancos y miré a la virgen de la que soy devota a pesar de mi ateísmo. Nunca ruego ni pido nada, pero esta vez lo hice, rogué y pedí por los soldados que combatían en  Malvinas;  no pedí por el triunfo,  pedí para que la guerra terminara lo antes posible; no pedí para que dios perdonara a los asesinos del proceso militar, pedí para que los castigara ad-eternum. Lo recuerdo como si fuera hoy, había unas 6 mujeres rezando a quién sabe qué, o por qué o para qué, no quiero juzgarlas porque tal vez me equivoque, pero percibí que no era por el mismo motivo que el mío. La iglesia estaba semivacía y en penumbras, parecía que hasta los curas festejaban, en vez de reunir a sus "súbditos" para exigir que la guerra terminara cuanto antes. Las imágenes de los santos aparentaban desdoblarse en posición agónica; los vitraux sudaban humedad, como si  las lágrimas de todas  las madres que sufrieron la muerte de sus hijos, provocadas por la ambición de un grupo de asesinos al mando del poder de turno, se concentraran en esos cuadrados multicolor, casi espectrales, de una tarde en ciernes. La virgencita con su mirada  entenebrada  de espanto, había perdido la dulzura de su gesto. El Cristo redentor con su cabeza caída hacia un costado, mirando la herida abierta, que otros hombres como éstos infligieron en su cuerpo, parecía admitir comprenderme, comprender el porqué... había perdido mi fe...

Ana Danich 2 de Abril de 2014

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