Nada más que una triste vanidad de huesos que no
fueron,
una estructura de hombre que persiste en la memoria,
nos arrancamos los labios para no reír tu risa
alucinada
hoy suturada con las astillas de tu féretro / Él es
el que
alguna vez estuvo aquí por el obstinado deseo de
existir,
es larga la espera que se filtra entre los párpados
del miedo.
Insistencia de las manos que tejieron aquel día la
mortaja
y los adioses de una tarde bajo el cielo / Octubre
es silencio.
Una lechuza rompió el crepúsculo con su batir de
alas
la nochecita se adentro en el río y los faroles del
adiós
destellaron
la última plegaria. Vano intento es revivir.
Todos recorremos sin saberlo el sendero de la Nada.
Ana Danich (a Fabricio Simeoni)