Se derrumba la casa de cimientos putrefactos,
no comenzó la hecatombe desde el techo sino
desde la propia estructura de una ingenuidad
arrebatada,
un agua barrosa se filtró por las hendiduras y el
cemento
mezcla de turbia grito hizo eclosión y desgranó
la fusión de átomos y partículas construidas
con herramientas de cera y antojadizos ornamentos.
No quiero vivir bajo esta casa que se derrumba,
ninguna palabra de amor corre por este río que salpica
este cuerpo de piedra que se mantiene en pie por
obra
de una desequilibrada pulsión, vanidad y estúpida
ceguera,
este juego donde
siempre supe que mi destino era perder.
Es la derrota gritaste y me hundí en la ciénaga de
tu aullido.
La casa se derrumba y un farol opaco por viejo y por
gastado
ilumina desde el pozo el resto de esta frágil
humanidad herida.
Hay una vuelta atrás un río de lava que transita por
su fondo
un rumor de tambores quiebra las paredes del débil
edificio
entre las marquesinas y los postes de cemento que la
acechan
en la pagana noche que brama sobre los cimientos malogrados.
No te escuche cuando me dijiste que una casa siempre tiene un final
mientras mirabas resquebrajarse las
columnas y sé que no mentías.
Tus manos no sostienen las paredes, ahora la habita
una tribu de huesos,
danzan en el fuego los recuerdos, danzan y quiebran
mi cuerpo /
de piedra.
de piedra.
Ana Danich (de: Cuerpo de Piedra)