Todos mis amantes se acostaron a descansar
Entre la primera y segunda vértebra cervical
Todos mis amigos muertos se sentaron a recordar
Entre la segunda y tercera vértebra cervical
Todos mis hijos no nacidos se disputaron
Entre la tercera y cuarta vértebra cervical
Todos los maridos que no amé reclamaron
Entre la cuarta y quinta vértebra cervical
Mi padre avergonzado escondió sus ojos
Entre la quinta y sexta vértebra cervical
Todos los verdugos limpiaron sus zapatos
Entre la sexta y séptima vértebra cervical
Tal vez ha llegado el momento
De encender un anillo de fuego en la raíz
Y dejar que arda vengativo, mi cuello.
Ana Danich (de: "Cuerpo de Piedra")
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