El
péndulo / oscila en silencio.
Abre
surco su vaivén
ecuación
de movimientos sensitivos.
Falta
menos tiempo. Vacilante,
sacude
las vértebras, las quiebra.
El
péndulo rasga el edificio de mi carne,
badanas de la máscara,
alevosía
de cuerpos fracturados,
esparcen polvo de sus huesos,
por
las hendiduras,
los
recodos del paisaje lunar.
Falta
menos tiempo. Alborozo.
Los
dedos se burlan de las uñas,
las
uñas descuartizan la filigrana
del
encaje / trémula piel
en
la entrepierna jugosa del placer,
ahora,
hilacha enrojecida
el acto inconcluso del juego.
El
juego que jugamos /
desde
los pies hasta la cuenca
de
los ojos impacientes,
espectadores
del ardor que acecha
emboscado
en la noche nupcial,
sus subterfugios,
su exclamación a perpetuidad,
alaridos que estallan en la boca,
derrumbe
final de los peldaños,
el
cuerpo que amortaja fluidos,
tumba
del goce inacabado.
El
péndulo persiste / su trabajo nocturno
entre
las tetas lubricadas como higos
y
el pubis colosal de los naufragios.
Ana
Danich (de:Contemplación)
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