Se detiene la callada mañana de Junio
esgrime la lengua su silencio visceral
nada más obstinado que un caballo
pateando el cristal de las ventanas.
El humo evapora en la ceniza
el contorno simulado de la niebla
es otra aquella / la que amaba
ataja su pecho una espada de luz.
Blanca / titila la retina del recuerdo
la brizna se inclina hacia el pasado
al retrato de tu gesto bien amado
cuando éramos dos y yo era niña
y juntábamos mandarinas en el patio.
Y me dirán ahora que es en vano
mirar el árbol que cayó de viejo
si vino el viento al encuentro de la llama
y no hubo lluvia que detuviera la hojarasca.
Y me dirán ahora que es en vano
el transcurrir de días otoñales
siempre llega la fecha / siempre llega
y tiemblan mis manos como ramas,
entre las hojas / el sol de tu mirada.
ANA DANICH (de: Cuerpo de Piedra)
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