SOLO LAS PALABRAS QUE MERECEN EXISTIR, SON LAS PALABRAS MEJORES QUE EL SILENCIO.

domingo, 16 de junio de 2013

ÉL Y YO

Hace quince años compramos a un anticuario

dos preciosas estatuas de ébano Nigerianas

él lucía  un glorioso rostro masculino

en su brazo izquierdo un magnífico escudo

y en el derecho una lanza  de punta dorada,

el pecho de ella un abalorio de piedras coloridas

en su brazo derecho sostenía un niño de  meses

y en la mano izquierda un mortero para moler el trigo.

Las trajimos a casa y cada día las adorábamos

los primeros tres años las colocamos

en una mesita para que lucieran su esplendor

hasta que un día un amigo se incrustó la lanza

entre el esternón y su pulmón fumador

ese día decidimos cambiarlas de lugar

fueron a parar a un rincón del antiguo apartamento

sin querer la mucama las volteó con el plumero

 las estatuas  rodaron  por el suelo hasta quebrarle

 la punta de la lanza y el escudo protector

ella sin su collar africano y con su pie partido.

Entonces decidimos envolverlas en papel de diario

y guardarlas en la parte superior del placard

hoy, buscando uno de los tantos objetos perdidos

abrí las puertas y cayó el envoltorio entre mis manos

atiné a sujetarlo y después de abrirlo recordé su historia.

Ahora están en un rincón del nuevo apartamento

las dos estatuas preciosas de ébano, él sin lanza ni escudo

ella sin collar africano y con  rajadura en el pie.

Es  hora de dormir, estamos sentados en la cama

miramos las estatuas de ébano, recordamos como fueron,

diez minutos antes de apagar la luz.  Él y yo.



Ana Danich    8 de Junio de 2013

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