lo
que conmueve de las bocas de la noche es su transcurso...el cuerpo atado,
arrodillado, suplicante, preso de un amor que es tormenta aunque nunca
hojarasca que se extravía en las callejas laberínticas...no, este amor,
plasmado aquí, donde la contienda de los cuerpos batallan la dulzura de una
guerra de pasión, trasciende el amor vulgar, lo cotidiano, lo inmundo del amor
mediocre de las mayorías, y se instala en mi cuerpo, en mi alma, como si fuera
un poderoso titán que viene a gritarme ¡ aprovecha el día! y después me arranca
la vida, porque no hay más...no, no hay más, después de amarte, sólo el
silencio...
Ana Danich
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